viernes, 15 de diciembre de 2017

THE HINDU TIMES-OASIS, 2002


Instrucciones para formar una auténtica banda de rock:

1.Monta un grupo junto con tu hermano al que no puedes ni ver.
2.Metete en problemas un día sí y al otro también. Provoca una multitudinaria pelea en un ferry de camino a Amsterdam con unos hinchas del West Ham, equipo rival de tu querido Manchester City, y roba champán en el duty free. Pasa dos días en los calabozos.
3.Haz declaraciones ofensivas y de mal gusto hacia otras bandas de éxito del momento. Di por ejemplo que deseas que Alex James y Damon Albarn -bajista y cantante de Blur- pillen un sida y se mueran.
4.Drogate. Drogate mucho. Consume todo lo que caiga en tus manos. Hazlo público y manifiesta que te has hecho unas rayas de cocaína en el lavabo reservado para la Reina del 10 de Downing Street.
5.Aprovecha los eventos públicos para dar rienda suelta a tu lado más macarra y asilvestrado. Asiste a recoger los British Awards a la mejor banda y al mejor disco totalmente pasado con una cerveza en la mano y simula ante todo el público y artistas allí congregados que te introduces los premios por el recto. Desprecia los galardones con los que te premian lanzándoselos a los allí presentes mientras el presentador de la gala te llama capullo.
6.No dejes pasar ninguna ocasión para montar un buen pollo. Liala por tierra, mar, y aire. Subete a un avión con destino a Hong Kong y dedícate a fumar, beber, e insultar a las azafatas. No pares hasta conseguir que la compañía Cathay Pacific te prohiba poner el pie en cualquiera de sus aviones de por vida.
7.Cualquier momento es bueno para una pelea entre hermanos. No dejes que una actuación ante miles de personas te cohiba. Monta una bronca en mitad de un tema, enfadate, y abandona el escenario suspendiendo la actuación al poco de haber empezado. Continua la tangana en el backstage liándote a puñetazos y lanzándote los instrumentos a la cabeza. Los hoteles son lugares muy apropiados para prender fuego a la alfombra, orinar en las paredes, o lanzar el televisor por la ventana.
8.No olvides oponer resistencia cuando la policía trate de reducirte. Destroza un nightclub en Munich y pateale las costillas al polizei que intenta detenerte. Ello hará que recibas una paliza por parte de sus compañeros, te rompan varios dientes, y pases unos días en los calabozos.
9.Autoproclámate el orgullo de la clase obrera de una ciudad industrial como Manchester y defínete como la última gran banda de rock del planeta, o al menos la última banda capaz de comprender que el rock sin escándalos es como un huevo frito sin patatas. 
10.Y por supuesto, compón auténticos himnos de guitarras afiladas cargadas de distorsión, una base rítmica potente como una manada de apisonadoras entrando en una tienda de Swarovsky, y un frontman consciente de que mientras está sobre el escenario es poco menos que Jesucristo, Ala y Buda todos juntos.

Larga vida a los hermanos Gallagher.

Oasis. 1991-2009. Que dios acoja su alma... aunque para ello tenga que arrebatársela al mismísimo diablo.


sábado, 3 de junio de 2017

DE PARÁBOLAS Y MERETRICES

Existe una reflexión sobre la vida que aún siendo simple, es bastante gráfica e ilustrativa de como funcionan las cosas en este mundo (eso sí, como siempre, para algunos más que para otros).

Habla de por qué antes de tener sexo cada uno ayuda al otro a quitarse la ropa, mientras que una vez consumado el acto, ambos se visten solos...

La reflexión es que en esta vida nadie te ayuda cuando estas jodido, y si te ayudan, es porque tienen intención de joderte.

El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) hizo esta semana pública la sentencia que prohibe al Atlético de Madrid hacer este verano nuevos fichajes con los que reforzarse de cara a la próxima temporada. No así con el Real Madrid, que estando en el mismo caso y teniendo la misma acusación, ha visto cómo le levantaban la sanción y podrá seguir volcando cubos de dinero sobre grandes estrellas del panorama mundial con los que optar a tener mejor equipo que el resto, plagar sus filas de mercenarios metrosexuales con peinados imposibles, y lo que para ellos es más importante, hacer caja vendiendo más camisetas. Le ayudan a desvestirse, aunque incomprensiblemente a quien van a joder es a los mismos de siempre.

Nos toca de nuevo vestirnos solos. Y mientras nos ponemos los pantalones observamos de reojo como a nuestro vecino el guapo le basta estirar los brazos para que las meretrices de la Federación le vistan con los mejores ropajes y le unjan con los mejores perfumes. Eso sí, despues de haberse despachado agusto en los lupanares que hasta hace unos días poblaban la ribera del Manzanares, los mismos que en la Roma antigua poblaban la zona donde vivían las clases más desfavorecidas en la ribera del Tiber.

Siempre ha habido clases, deben de pensar los sátrapas de la Federación. Y puestos a joder no es lo mismo joder a alguien que tiene un presupuesto de más de 500 millones que a alguien que tiene que vender su casa y mudarse al extraradio para seguir con el pulso que año tras año se empeña en mantener. En el TAS lo saben, igual que en la antigua Roma lo sabían. Y para ilustrar el tema y de paso aprender algo que a ustedes nunca les explicaron en el colegio aquí va una curiosa y rápida descripción de la variedad que existía en lo referente a la prostitución en el mayor imperio que ha conocido el viejo continente:

En la cima de la pirámide estaban las Delicatae, putas de lujo que se elegían en un catálogo y a las que los emperadores o las personas con altos cargos les ponían un pisito a cambio de sus servicios. Despues estaban las Famosae, mujeres de alta posición social que sin ninguna necesidad practicaban el sexo por puro placer. Las Lupae eran aquellas que ejercían el oficio en los lupanares. Más especializadas estaban las Noctilucae, aquellas que solo trabajaban por la noche. Las Copae limitaban sus servicios a las cauponas, establecimientos de comida y bebida rápida. Les sonará la existencia de las Fornicatrices, aquellas que se situaban bajo los arcos o puentes de edificios (fornix: arco. De ahí el término fornicar). Las Forariae por otro lado ocupaban los caminos rurales, siendo sus clientes generalmente viajeros con la intención de hacer un parón antes de seguir su camino. Caso especialmente gore era el de las Bustuariae, que ejercían en los alrededores de los cementerios. Por último y en la base de la pirámide estaban las Prostibulae, en la calle y sin ningún control. Cuando una persona quería convertirse en prostituta, estaba obligada a inscribirse en un registro con su nombre, edad, lugar de nacimiento y nombre de guerra en la oficina del edil. Una vez hecho esto, obtenía la licencia stupri, que era todo lo que necesitaba para comenzar a ejercer.

Tanto tienes, tanto vales. Y si a alguien se le ocurre protestar, palos en las ruedas.

Las delicatae de la Federación así lo quieren.

Nos han echado de nuestra casa. Nos han despreciado por ser distintos. Han escupido sobre nuestros valores cuando nos han visto celebrar con júbilo bajo la lluvia triunfos que nada tienen que ver con sus títulos, sus competiciones cuidadosamente preparadas, y sus galácticos dueños de una linea de ropa interior que siempre dan bien en las portadas. No toleran nuestro orgullo. Pisotean nuestro legado. Nos quieren dóciles y sumisos.

Timendi causa est nescire. No es que no nos comprendan. Es simplemente que nos temen. Temen nuestra irreverencia. Por eso tratan de devolvernos al pozo con sanciones ridículamente materiales. No saben de dónde viene esa convicción que nos hace volver a levantarnos tras cada golpe, aunque intuyen que nace de algún lugar muy, muy, muy profundo, donde ni el TAS, ni la Federación, ni sus prostibulaes con silbato podrán llegar jamás. Por eso cada golpe, cada desprecio y cada humillación, nos hace más fuertes. Bene curris, sed extra vium...

Somos gallo de pelea. Adhuc stantes. Non omnis moriar



domingo, 21 de mayo de 2017

domingo, 19 de febrero de 2017


DE DESPEDIDAS Y SALMONES


Nos la quieren hacer buena. Resulta que después de 50 años asistiendo bocata en mano y bufanda al cuello a Tierra Santa allá por Pirámides ahora van y se les ocurre que el último partido en el Calderón debe ser uno en el que ni siquiera juegue el Atletico (a la Federación le gustaban más otros equipos para la final de copa, qué le vamos a hacer), y el último concierto debe ser el de un madridista reconocido como es Alejandro Sanz (el artista antes conocido como Alejandro Magno, cuya portada del disco Los chulos son pa cuidarlos no tiene desperdicio, búsquenlo en google). Y es que para quien vive a este lado de la vida, es difícil saber de dónde le va a venir el siguiente palo, si de dentro, o de fuera.

Nos la quieren meter doblada. Se ve que a alguna mente preclara de la cúpula que dirige esta nave se le ha ocurrido la brillante idea de hacer cash antes de tirar abajo la que ha sido casa de los atéticos durante medio siglo. Se ve también que como ahora somos buenos, un equipo top que dirían Pedrerol y su Tribunal de Tumultos, hay quien se empeña en que nos parezcamos a nuestros vecinos del Centro Comercial La Castellana, y la cuestión es hacer pasta sin importar otras cuestiones, digamos menos pragmáticas. El estadio que ha vivido remontadas históricas, gloriosas noches europeas, ajustes de cuentas con el eterno rival, descensos y ascensos, paroxismos, enajenaciones y también alguna que otra lagrimita y algún que otro infarto -las cosas son así de radicales en este lado de la vida, oiga-, va a decir adios a este mundo sin tener al lado a aquel que ha hecho de este lugar uno de los mayores puntos neurálgicos de las emociones a nivel mundial: el socio atlético. Sí amigos y amigas, serán un equipo que ha llegado a la final por medios extradeportivos y un vikingo afincado en Maiami los encargados de decir adios a nuestro amado Manzanares. Así son las cosas. Así es este mundo jodidamente bizarro en el que en el país de los tuertos, el ciego puede darse por jodido.

Nos quieren hacer el lio. ¿Se imaginan al artista del corazón partío dando el último adios a un estadio en el que probablemente nunca haya pisado a no ser para aplaudir los goles de Raul o de Tristiano en algún derbi? Si con esta imagen no se les abre la úlcera entonces dejen de seguir leyendo, porque probablemente no entiendan nada de todo lo que en este blog se dice. Por si alguien aún no se ha enterado en esta página no se habla de estrategias financieras, ni de cifras y números. La mayor parte de las veces ni siquiera se habla de fútbol. No amigos, amigas y dirigentes del club. Aquí se habla de algo más importante. Se habla de orgullo, de identidad, de filosofía... y de amor. Sobre todo de amor. A un escudo y unos colores. A una idea. A un sueño. A una forma de vivir en la que todo nunca es demasiado y siempre solo es un instante...

Supongo que con el tiempo el nuevo Metropolitano alcanzará también el estatus de territorio sagrado y se convertirá en nuestro lugar en el mundo. Estoy seguro de que allí nos aguardan noches inolvidables en las que volveremos a tocar el cielo. No importa que nos hayan desplazado al extraradio cual leprosos en el siglo XV. Si con 50.000 gargantas logramos atronar medio Madrid, con 70.000 dejaremos sordos a los dioses que observan divertidos desde arriba cómo la locura del hombre transforma la irracionalidad en pasión. Imposible escapar a esta bendita locura, está en nuestra naturaleza. En nuestro adn. Desde que llegamos desnudos a este rincón del universo, hasta que más pronto o más tarde nos toque marcharnos con el único equipaje de una existencia vivida en contra del viento, sin atajos, y con las postas contadas. No conocemos otra forma. Como el salmón: siempre contra corriente.

Porque no solo de fútbol vive el hombre. Larga vida al Calderón.

Todo. Siempre.



domingo, 8 de enero de 2017


DE REYES QUE NUNCA SE FUERON


Tal día como hoy hace 82 años llegaba a este rincón de la galaxia un tipo llamado Elvis Aaron Presley que estaba destinado a cambiar para siempre la cultura musical del planeta Tierra.

El advenimiento se produjo en una barriada de Tupelo, un pueblecito del Mississippi rural, aunque pronto se mudó con su familia a Memphis, Tennessee. Cuenta la leyenda que el joven camionero apareció un buen día en los estudios de la Sun Records con la intención de grabar un par de canciones para regalárselas a su madre en su cumpleaños. Desde entonces nada volvería a ser igual. Sam Phillips, productor del mítico sello discográfico que desde ese momento quedaría unido para siempre al rock´n´roll, alucinó con ese chico blanco con voz de terciopelo que cantaba como un negro y desprendía una energía y un magnetismo únicos.

That´s All Right Mamma fué el Big Bang de un estilo musical y actitudinal que suponía una ostia en la cara a las grandes orquestas que hasta ese momento tenían secuestrada la música, un escupitajo en la sopa de aquellos crooners estirados que caminaban entre las multitudes con cuidado de no ser rozados y flotando a dos palmos del suelo. De repente la música era algo visceral que salía directamente desde las tripas. Había llegado el rock, y estaba aquí para quedarse.

Después vinieron los pelos largos, la distorsión, el sexo y las drogas, Hendrix, Woodstock, el Whole Lotta Love, el punk, los Beatles y los Stones, los Cramps y los Meteors, el rock sinfónico, el surf rock, el sonido Seattle, los pantalones de pitillo, Mercury, Cobain, los hermanos Gallagher tirando un televisor por la ventana de un hotel, y todo un universo de iconos y símbolos que nunca hubieran sido posibles de no ser porque un muchacho de Memphis, Tennessee, decidió un buen día coger una guitarra y romper con lo establecido.

Elvis sigue vivo, que nadie tenga el menor asomo de duda. Vive en cada ampli comprado de cuarta mano que suena a las 3 de la mañana en un bloque de pisos del extrarradio, en cada pistonazo del motor monocilíndrico de cuatro tiempos de mi Royal Enfield, o en la chaqueta de leopardo de tu vecino el raro. Estaba allí cuando cada lunes de mi infancia tenía que soportar las burlas de todos mis compañeros de clase porque incomprensiblemente me empeñaba en seguir a un equipo que contaba los partidos por derrotas, y también cuando Godín cabeceó a la red un balón en una tarde mágica en la que descubrimos que 1.000 derrotas bien valen una victoria. Elvis es el primero en ocupar su asiento y el último en abandonarlo las noches en las que el Calderón se viste con sus mejores galas para mirar a la cara a los equipos con mayor presupuesto del viejo continente. Elvis está vivo, y no importa la oferta que le hagan, porque nunca jugará para los poderosos.

Por eso no le echamos de menos: porque nunca se fué. Siempre ha estado ahí, ejerciendo de contrapeso en un mundo podrido en el que ser distinto es una seña de identidad. Cuando todo vaya mal abran su bote de cera para el pelo favorito, saquen del armario aquella chaqueta que les hace diferentes, cálcense sus mejores zapatos, sitúense delante del espejo y diganle a la persona que tienen enfrente: El Rey vive, y se siente orgulloso de tí. Veran como entonces todo cobra sentido...