SIMPATHY FOR THE DEVIL- The Rolling Stones 1968
En diciembre de 1969 se celebra en Altmont lo que se conocería como el contrafestival de Woodstock. Varias bandas que no acuden a los míticos 3 días de love, peace & music se congregan para dar un recital de música rock en este paraje californiano. Lo que no saben es que este evento pasará a la historia como el fin del flower power debido a un trágico incidente allí ocurrido.
Para asegurar que no haya problemas, se contrata como cuerpo de seguridad a los Hell´s Angels (¿¿¿!!!). Durante la actuación de los Rolling Stones y mientras suena el Simpathy for the Devil ocurre un altercado y poco después un joven muere apuñalado por uno de los miembros de los cuerpos de ¿seguridad?. El incidente hace que esta canción termine de adquirir un halo de maldita, simbolice el fin del movimiento hippie y sea vetada por los Stones en sus directos durante ocho largos años.
El tema pertenece al disco Beggar´s Banquet (El Banquete de los Mendigos), y se situa junto con Sticky Fingers y Exile on Main Street en la época más oscura de Sus Satánicas Majestades (lo cual ya es decir mucho). Sexo, droga y rock´n´roll elevado a su máximo exponente. Es el corte que abre el disco, y representa una crítica a la hipocresía de un género humano que busca el mal en deidades y figuras intangibles en vez de mirarse al espejo. La letra es una narración en primera persona de alguien que insinua ser el mismísimo diablo y nos cuenta sus andanzas por la historia, ahora conduciendo un tanque con una cruz gamada, ahora presenciando impasible un crimen o una injusticia, ahora portando una placa y un uniforme. Adios a las malas vibras y al concepto de karma. Es la hora de la terrenización del mal...
En el aspecto técnico la canción está considerada una de las cumbres del rock, y fue ubicada en el puesto 32 en la lista de las mejores 500 canciones de la historia -a día de hoy sigo preguntándome por las 31 anteriores, toda vez que Beethoven, abuelo lejano del rock´n´roll solo compuso 9 sinfonías-. El tema fue parido por Mick Jagger y rompe con los moldes estructurales del rock al no seguir el sacrosanto ritmo de cuatro tiempos tan usado en este género.
Comienza con un ritmo de samba al que se le van uniendo congas y maracas caribeñas. El primer sonido humano es la voz de Jagger gruñendo como un chimpancé, dándole todo el conjunto un aire festivo de celebración vudú. A medida que va pasando el tiempo el acento de extrarradio londinense de Mick va escupiendo las palabras, y el sonido se va tornando más sucio hasta alcanzar el climax en un crudo y descarnado riff de guitarra cortesía de Mr. Richards. Todo ello propulsado por el bajo de Bill Wyman que llega a alcanzar tintes catárticos.
El día que una nave espacial baje a La Tierra para venir a recogerme y llevarme de vuelta a mi hogar (se que esto ocurrirá más pronto o más temprano) la única condición que pondré para subir será que durante el viaje interestelar me permitan escuchar una y otra vez esta genialidad stoniana. Hasta entonces me conformaré con seguir escuchándola sistemática y obsesivamente cada mañana al levantarme en la juke box que preside mi salón.
Fanáticos de la música en general, del rock en particular, y de las cosas bien hechas en especial. Esto es para vosotr@s. Que lo disfruteis.
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