9 de Mayo de 2014, Madrid
Oporto. Viena. San Petersburgo. Milan. Barcelona. Londres... Lisboa.
Ya hemos llegado. Ya estamos aquí. Durante 9 meses caminamos entre reyes sin perder un ápice de nuestra dignidad, nos cruzamos con el mejor futbolista del planeta -un señor de Albacete-, y fundimos 55.000 gargantas en un solo grito. Marchando siempre hacia adelante sin más tambor que el latir de nuestros corazones, y con oídos sordos a hooligans con micrófono que repetían el mantra del "ya caerán". Pusimos patas arriba las casas de apuestas y recorrimos los campos de la vieja Europa portando como bandera nuestro particular milagro de los panes y los peces. Más fuerte. Más alto. Más rápido. Adelante; siempre hacia adelante.
Oporto. Viena. San Petersburgo. Milan. Barcelona. Londres... Lisboa.
Ya hemos llegado. Ya estamos aquí. Durante 9 meses caminamos entre reyes sin perder un ápice de nuestra dignidad, nos cruzamos con el mejor futbolista del planeta -un señor de Albacete-, y fundimos 55.000 gargantas en un solo grito. Marchando siempre hacia adelante sin más tambor que el latir de nuestros corazones, y con oídos sordos a hooligans con micrófono que repetían el mantra del "ya caerán". Pusimos patas arriba las casas de apuestas y recorrimos los campos de la vieja Europa portando como bandera nuestro particular milagro de los panes y los peces. Más fuerte. Más alto. Más rápido. Adelante; siempre hacia adelante.
El 24 de mayo estaremos en Lisboa para gritarle al mundo entero que otra manera de concebir el fútbol es posible, que a veces vuelve a ser un simple juego en el que 22 tipos corren detrás de un balón. Que en ocasiones el esfuerzo pesa más que los millones y que la prepotencia de los poderosos puede convertirse en la fortaleza de los desheredados. Gritaremos, gritaremos y gritaremos hasta el paroxismo más absoluto sin que nada ni nadie pueda ahogar nuestra voz.
Nadie sabe lo que ocurrirá ese día. Es posible que nos abandonen las fuerzas y acabemos ahogándonos en la orilla. O que por primera vez en 111 años de historia alcemos al cielo de Lisboa el trofeo que nos acredite como mejor equipo del continente. Pase lo que pase gracias por hacernos sentir orgullosos de ser parte de algo grande. Tan grande que nunca podrán comprarlo ni con todo el dinero del mundo.
Ya hemos llegado. Ya estamos aquí. Atléticos por principios. Atléticos hasta el final.
Puro sentimiento!!
ResponderEliminarEsperamos la próxima crónica, Doctor.